Hoy me he decidido a escribir sobre un tema que aparece a menudo en los talleres de iniciación al BDSM que imparto. A veces, cuando la gente se inscribe, les hago algunas preguntas para poder enfocar el contenido alrededor de sus principales intereses, y ahí es cuando identifico patrones que se repiten, dudas comunes, etc.
Con una de estas preguntas pretendo averiguar eso, cuál es la máxima preocupación que les ronda a las personas que entran en este mundo de prácticas no convencionales, y siempre me parecen muy curiosas las respuestas. Abunda el miedo a no saber dar la talla o no ser una buena persona sumisa/dominante (permitidme ser un poco reduccionista para no tener que exponer ahora toda la sarta de roles que hay más allá de este binarismo). Hay personas que lo expresan diciendo que no saben qué se espera de ellas, otras dicen que quieren aprender el comportamiento adecuado para ser una buena sumisa y otras que tienen miedo de ponerse nerviosas y no cumplir con las expectativas de la persona con quien compartirán los juegos.
En este punto, me gusta mucho contarles a mis talleristas una anécdota que viví hace unos años y se me quedó grabada. Estaba en un club de BDSM de Barcelona y me había sentado alrededor de perfiles diversos para compartir el espacio, hidratarme y fumar antes de pasar a la acción. Hablábamos de temas relacionados con el sadismo y el umbral de dolor cuando una de las personas dijo: “Menganita aguanta un montón el dolor, es una de las mejores sumisas que hay”.
No recuerdo muy bien cómo siguió la conversación, pero esas palabras todavía me retumban en la cabeza. Según esta sentencia, para ser una buena sumisa tienes que “aguantar un montón”, es decir, tener un umbral de dolor muy alto o soportar el dolor que te proporciona tu compañera de juegos, por mucho que eso no sea fuente de disfrute sino todo lo contrario.
Seguramente, a las personas que lleváis tiempo por aquí, este disparate no os sorprenda demasiado, pues estos personajes que no han entendido absolutamente nada del BDSM, abundan más de lo que quisiéramos. Pero las personas que empiezan su exploración no lo saben, y cada vez que se cruzan con un energúmeno como estos, en el mejor de los casos corren el riesgo de pasarse unos cuantos días confundidas.
Aguantar es una palabra que siempre me ha chirriado. Me lo han dicho más de una vez algunas personas masoquistas con las que me he cruzado y tiene un efecto en mí de “libido killer” bastante potente. “Aguanto bastante el dolor” me comentan todo orgullosas esperando que empiece a desenfundar mis instrumentos de tortura. No quiero que aguantes nada, les contesto, sobre todo cuando nos pasamos la vida soportando al zoquete de turno en el trabajo, al machirulo que tenemos por vecino y a mil indeseables que se nos cruzan a diario e insisten en quedarse por un tiempo forzando los límites de nuestra paciencia.
Hace poco alguien me comentó que para ella “soportar el dolor” era una señal de entrega y una fuente de placer. Esa fuente, bebía del deseo de verme gozando mi lado sádico, de saber que ella podía proporcionarme esa excitación tan particular que me genera impactar mi látigo una y otra vez en las personas. Aquí entramos en los terrenos complejísimos del consentimiento, y os invito a conocer esta rueda que me ha ayudado mucho a evolucionar mis reflexiones sobre él.
Pececito –un asistente que me ha prestado recientemente Mistress Nereida-, cuando cuento esto, añade: “yo no siento un especial placer en ir un lunes por la mañana a hacerle encargos a mi Señora, pero tampoco me importa”. ¿Es lo mismo? ¿Podemos poner en el mismo lugar a un sumiso que le hace algunas tareas a su Señora y a uno que se pasa un par de horas experimentando un nivel de dolor más bien alto?
Vuelvo a la pregunta inicial. ¿Cómo es una buena (persona) sumisa? Para mí, una buena persona sumisa debería de tener (o querer aprender) unas cualidades y valores que son importante para ti. Estas características, como muchas otras cosas dentro del BDSM, no son intrínsecas de nuestra parcela kink, sino que pueden ser las mismas que valoramos en otras dinámicas relacionales. Para mí es sumamente importante que las personas con las que interactúo hagan todo lo posible para que tengamos buena comunicación. Esto, como más cercana, intensa e íntima es una relación, más lo necesito, tanto en mi mundo convencional como en mis espacios de perversión. Otro requisito que exijo a mis compis de juego es que pongan atención a descubrir sus límites y busquen la manera de poder transmitírmelos con tanta fluidez como sea posible. Esto tampoco creo que sea algo únicamente importante en el BDSM, pero le damos especial espacio por el hecho de desarrollar prácticas más arriesgadas que las que hacemos en nuestra vida vainilla.
Si pienso en la persona dominante perfecta, mencionaría las mismas características y añadiría algunas más como la empatía, la responsabilidad y la humildad, todas ellas unos rasgos de la personalidad que admiro y valoro muchísimo en mis relaciones cercanas, sean relaciones de compartir latigazos o de hacer activismo por el derecho a la vivienda.
Casi me atrevería a decir, para ir terminando mi chapa, que una buena persona bedesemera, es, para mí, una buena persona. Y no digo “buena” haciendo referencia a la generosidad o la amabilidad, sino a todo aquellos ideales que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en alguien admirable, nuestro avatar referencia, aquella persona que nos esforzamos en ser para tener una buena imagen de nosotras mismas. ¿Cómo es una buena persona para ti? Te animo a hacer una lista de sus características y rasgos de personalidad, y tendrás unas pistas más para descubrir a la buena persona sumisa/dominante.
Relajemos un poco nuestros perfeccionismos y recordemos que estamos en esto para disfrutar y crecer, para conocernos y conectar con las personas al fin y al cabo, ¿no os parece?
Abrazos!
Nara.
Foto de portada: Robert Crumb